sábado, 9 de febrero de 2013

La simplicidad como alternativa

Todos los estudios económicos, políticos, filosóficos publicados a favor de la simplicidad como forma de vida necesaria si queremos sobrevivir como especie parece que no son suficientes, excepto para unos pocos, que ahorran agua mientras se riegan campos de golf, que van en bicicleta mientras otros recorren el planeta de uno a otro lado, que fomentan la lectura, el paseo y la vida social mientras otros no dejan electrodoméstico en la tienda.
Nos venden humo, y nosotros se lo compramos, y no solo eso, sino que nos hipotecamos de por vida por adquirirlo.

Y lo peor es el precio que todavía la gran mayoría no ve. NOS QUEDAMOS SIN PLANETA, SEÑORES, haganse a la idea, que a este paso no podemos seguir. Y de nada vale que apague la luz del pasillo si no me creo que personalmente, espiritualmente, mentalmente, hacerlo me beneficia. Solo en el momento que entienda que es mejor un rato de charla con los amigos que una partida en la Wii, sólo cuando aceptemos que un rato de lectura, o de meditación (que además sale muy barato), es más divertido que pasar la tarde en el centro comercial, habremos entrado en la dinámica de saber lo que verdaderamente necesitamos, sin que nos lo tenga que decir la publicidad.
Soltar lastre, intentar quedarte sóolo con lo imprescindible, es una forma de higiene mental.
 
Para mi, el icono de lo imprescindible es la famosa estantería de madera de 20 euros en la tienda de bricolage, para todo, oiga, lo mismo da para librería, que para despensa, que para toallero, que para mueble de la cocina. De estudiante, era mi único mobiliario, después, como siempre había algo por delante en qué gastar el dinero,  y ahora, las he cogido cariño, las he pintado de blanco, y sigo con ellas, algunas tienen 20 años, 1 euro por cada año de uso, verdaderamente barato.
 
Los objetos modestos no son mas que esos, modestos, no son miserables, ni pobres, ni cutres. Tenemos mucho trabajo por delante, para educar a nuestra cabeza burguesa para aprender a convivir con las cosas sencillas, porque van a ser nuestro salvavidas, de ahora en adelante, tanto si tenemos dinero como si no. Y abriendo la ventana, tendremos que aprender a disfrutar con lo que ésta nos ofrezca, unos árboles, con suerte, o la calle para pasear. Un lugar donde reconocernos y crecer porque vamos a ser uno mas de los pocos enseres que consten en el registro de nuestro inventario personal.
 
Ah, y pobres los que tengan en primer lugar su Mercedes, o su abrigo de visón, pobres........ 


1 comentario:

  1. Mi padre hace cachas. Tiene un molde sobre el que coloca la vara de negrillo forzándola para que adopte la típica forma de bastón.
    También poda frutales dándoles forma año tras año para conseguir una copa globosa, equilibrada y accesible para la recolección.
    Desde pequeños, en la escuela, también nos meten en un molde y nos van podando año tras año con el objetivo de prepararnos para una sociedad competitiva basada en el éxito económico. Ser una persona de provecho y de “futuro”.
    Resulta que este sistema es inviable y estamos colapsando el planeta.
    ¿Cómo es posible pues adaptarnos a un nuevo sistema para el que no hemos sido preparados?
    Pues muy difícil. Con mucho esfuerzo, autocontrol y apoyo por parte de nuestros semejantes. Reeducar. Tolerar.
    Hasta aquí el camino para nuestra conversión. Pero hace falta algo más. Primero impedir que las nuevas generaciones pasen por los mismos moldes y podas que nosotros. Hay que crear un nuevo modelo educativo. Y en segundo lugar hacen falta políticas radicalmente distintas para cambiar el modelo económico. Y parece muy difícil que políticos que defiendan estás ideas sean elegidos por un pueblo educado para el consumo.
    Estamos en una carrera contra el tiempo. El factor tiempo es crucial.
    Esto se parece un poco al cáncer. Cuando nos demos cuenta igual es demasiado tarde.

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